¡Hola! Aquí Javi, el autor de esta carta. Os cuento varias cosas:
Lo principal: hasta aquí hemos llegado. La vida que vendrá se toma un descanso estival, pero no volverá de la misma manera; básicamente perderá su frecuencia bimensual para tener una frecuencia más bien irregular, cuando haya ganas, tiempo e inspiración para escribir. Varios son los motivos. El principal es que últimamente sentía que estaba forzándolo para llegar cada dos semanas con un enfoque novedoso, y tengo la sensación de que ya he contado todo lo que quería contar; ahora me apetece profundizar y explorar mejor los temas ya puestos sobre la mesa. Si soy capaz, me gustaría hacerlo en formato libro, que coja las cartas ya publicadas aquí y las amplíe, las mejore, descubra nuevas ramificaciones… y dedicarle un buen tiempo a documentarme y a leer, una labor que en cierta manera ha quedado opacada con la urgencia de cumplir ese compromiso de frecuencia.
Así que, bueno, eso: si sois editores o conocéis a alguna editorial a la que le pueda interesar lo que se hace aquí, pues somos todo oídos.
Muchas gracias a las personitas que habéis estado al otro lado. Además de leído, me he sentido acompañado, y me alegro mucho de que a tantos os haya parecido interesante, útil y bonita esta carta. Y, sobre todo, muchas gracias a mis compañeres de Contra el Diluvio, que acogieron con entusiasmo la idea, que me han apoyado en todo momento, que me han brindado continuamente no solo su plataforma, también su conocimiento y su feedback, y que siguen siendo una de las puntas de lanza de la acción climática a fuerza de insistir y de tomárselo en serio, a fuerza de hacerse cargo -la expresión de moda-. Gracias.
La conclusión que saco después de este año y medio es que de nada sirven las ecotopías -otro término de moda- si nos dedicamos únicamente a imaginar y no nos arremangamos para pensar también en el camino hacia ello; si no tenemos en cuenta la realidad y la compleja relación de fuerzas de la actualidad. La acción climática necesitaba, efectivamente, abandonar el catastrofismo e imaginar futuros mejores: ahora la urgencia es empezar a asfaltar los caminos que nos lleven hacia allí. La esperanza en manos del utopismo naif se convierte en un arma de doble filo que nos arrincona. Ha sido bastante difícil encontrar el equilibrio y no comprar el no future reaccionario pero tampoco despegar los pies del suelo. Espero que, en el proceso, os haya inspirado para seguir construyendo lo que esperamos que vendrá, para seguir defendiendo la vida.
Ya por último: contadme, si queréis y os apetece. Esta no es de esas direcciones de correo que no admiten respuestas, si contestáis al mail nos llega. La vida que vendrá son los amigos que hicimos durante el camino no se acaba aquí, sino que simplemente mutará en otros formatos: algunos, como los del libro, ya están algo encaminados, y otros están por crear. ¿Cómo os gustaría que fuera? ¿Qué os ha parecido el proyecto, os ha gustado? ¿Algún tema que creáis que me he dejado en el tintero y que tiene potencial? Todo oídos.
De nuevo: gracias. No desesperen y, si desesperan, que sea solo por un ratito; hay mucho aún que merece la pena preservar.
Ha sido un placer leer estas cartas tuyas. Como dices, ahora nos queda reflexionar y hacer, aunque sea poquito. ¡Ojalá algún día tengamos ese nuevo libro!